La motivación
La idea de esta historia la motivó el concurso de mujeres rurales de la FAO. La convocatoria buscaba destacar el papel de las mujeres rurales en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el desarrollo rural y la erradicación del hambre y la pobreza.
Al enterarnos, pensamos en Anaís Muñoz Cepeda, una mujer inspiradora a quien habíamos conocido meses atrás. En seguida contactamos a dos de nuestros aliados: Con la cuchara no se juega y La Canasta. La Canasta contactó a doña Anaís y a ella le sonó la idea del concurso.

El proceso
El siguiente paso fue planear una visita. Así, empezamos recorriendo la distancia que separa a la Bogotá urbana de las frías montañas de Ciudad Bolívar rural. Allí conocimos a Fabián Parra y Gineth Melo, estudiantes de trabajo social de UniMinuto. Ellos se le han medido a «echar azadón», a aportar y a aprender de las familias campesinas.
Luego nos pusimos manos a la obra. Todos juntos documentamos la historia de doña Anaís. Nos contó que desde pequeña ha labrando caminos para otras mujeres y para el campesinado. Enfrentándose a los prejuicios sociales, se empeñó en hacer labores consideradas poco femeninas: la agricultura, el estudio y el liderazgo. Ya adulta, y a pesar de las dificultades, se dedicó a defender la soberanía, el territorio y la naturaleza.
«Mejorar nuestra calidad de vida, la de nuestros consumidores y la de la madre tierra» es el lema de la asociación Cultivadores de vida SUC (Sumapaz, Usme y Ciudad Bolívar) de la que hace parte doña Anaís.
El resultado
Por último, unimos habilidades y diseñamos una historia de vida en forma de línea de tiempo. De esa forma, Doña Anaís se unió a las 244 mujeres de 18 países latinoamericanos que participaron en el concurso.
Esta historia es parte de nuestro proyecto: De la tierra a la mesa.
¿Este proyecto lo(a) inspira a querer hacer algo?
Es fácil dar el primer paso: en La Canasta encuentra una red que conecta a la ciudad con familias productoras que le apuestan a los alimentos agroecológicos. Más que eso, La Canasta funciona con precios justos y el 80% de los ingresos llega a los productores. Y por si esto fuera poco: usted recibe a domicilio alimentos regados con agua limpia, ricos en sabores y sin agroquímicos. Además, protege el medio ambiente. ¿Alguien pide más?
